Desde hace ya algunos años, es común escuchar el concepto Omnicanalidad y su importancia de cara a la experiencia que ofrecemos al cliente. Muchas empresas han centrado sus esfuerzos en ofrecer una experiencia de compra integrada, igual de placentera, completa y satisfactoria y con posibilidades de inicio y finalización en cualquiera de sus canales de atención: redes sociales, puntos de venta, sitio web, venta telefónica entre otros.
Este foco pretende tener un cliente fidelizado, una tasa de fuga mínima, casi inexistente y un nivel de servicio óptimo, para incrementar el volumen de ventas procesadas exitosamente. ¿Pero además de estos objetivos, puede ser una estrategia logística que eficiente costos y procesos?
Si bien la omnicanalidad es un concepto transversal que involucra múltiples áreas en la empresa; Marketing, Publicidad, Inventarios, logística, cadena de abastecimiento, son estos dos últimos los habilitadores y la columna vertebral para que funcione de forma efectiva.
Una estrategia logística omnicanal exige alinear varios actores, por ejemplo:
Y seguramente muchos otros procesos van a necesitar implementarse o pasar por una reingeniería para poder ofrecer y cumplir la promesa de omnicanalidad. Pero incluso con inversiones de por medio el retorno sobre lo invertido estará más que garantizado por los beneficios que aporta tanto al cliente como a la empresa:
En resumen, poder ofrecer un servicio personalizado y flexible de manera consistente y rentable.
Es entonces la omnicanalidad una gran estrategia logística que llegó para quedarse y para evolucionar en pro de los clientes y de la rentabilidad de las empresas.